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Highlights

  • Llegué a la conclusión de que lo que te cuento se asemeja, en verdad, a la creación de una isla. Una isla a la que el precario paulatinamente se muda y de la que, cuando ya sin remedio se ha instalado, acostumbra solo a salir para coger víveres en el supermercado donde suma y resta las decimales de céntimos en ofertas de 2x1. Terminado el rito vuelve a casa, y otra vez sitiado por agua. (View Highlight)
  • El cómo la tierra se desunió hasta aislarse tiene, yo creo, un hacer calcado en cada quién que le ha ocurrido. Dejó de responder a los mensajes. Renunció a pequeños placeres que, en el fondo, «tampoco eran para tanto» cuando, si lo pienso, es el placer de las cosas lo que realmente nos define. Hablo de placeres mundanos. Una cerveza con un amigo. Una entrada al cine. Una merienda. Sin ese contacto con el gusto y la gente, calculo, ahí es donde todo empezó a echar aguas. (View Highlight)
  • Es perverso, por el contrario, que lo único a lo que éste no renuncie por mucho que se aísle sea a las redes, a esa proyección de nosotros mismos que está hecha para el consumo y desemboque de la frustración. Así se tumba el precario, con el móvil en la mano, fuera de, viendo la vida de los demás por una ventana como si todos ellos no estuvieran, en el fondo, en el mismo saco. (View Highlight)