La subcontratación de personal técnico es un negocio de volumen. Por ejemplo, Atos —una de las 10 firmas de consultoría informática más grandes del mundo— declaró un margen operativo de apenas el 3,14% en 2022.
Como se trabaja con un margen tan bajo, las empresas apenas pueden permitirse tener plantilla desasignada y, por eso, suelen contratar bajo demanda, solo cuando el cliente lo solicita (View Highlight)
La contratación bajo demanda implica que los nuevos empleados se pongan a trabajar directamente en proyectos del cliente, lo que despoja a la empresa de un tiempo mínimo para constatar que tienen un nivel concreto de conocimientos técnicos y buenas prácticas —más allá de lo evaluado en el proceso de selección— y, en caso contrario, dotarles de ambos. (View Highlight)
Y cuando los clientes no perciben valor añadido se produce una «commoditización» o falta de diferenciación entre los servicios ofrecidos por las diferentes empresas, más allá del coste de los mismos. (View Highlight)
Y aunque aun no tengamos una respuesta clara sobre cómo romper el círculo, hemos empezado a formular diferentes hipótesis. Por ejemplo, que nadie pueda ir directamente a cliente sin haber pasado antes por un bootcamp interno —aunque, a corto plazo, eso vaya contra el margen de las compañías— o diseñar un «ciclo de vida de proyecto» que permita ir sustituyendo gradualmente perfiles más senior por otros más junior. para garantizar la sostenibilidad y continuidad del mismo. (View Highlight)