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Highlights

  • Hace dieciocho años trabajaba día y noche en un proyecto de periodismo ciudadano. Algo tan banal hoy como un blog suponía entonces un hito revolucionario en la historia de la libertad de expresión. Por vez primera, cualquier ciudadano podía editar libremente su propio medio sin apenas barreras. Enseguida llegaron las redes sociales para amplificar y conectar millones de voces. Y ahora son éstas el catalizador de una antipolítica que puede acabar con esa y otras muchas libertades. (View Highlight)
  • Lo que iba a ser la liberación se ha acabado derramando por el primer peldaño de la opresión.

    Los medios pudieron formar a sus audiencias para ayudarlas a pasar de ser meros receptores pasivos a ser usuarios activos y críticos de la información. Pero no lo hicieron y siguen sin hacerlo (View Highlight)

  • Pero antes de que eso fuera evidente, el foco de nuestras críticas eran los medios tradicionales, que con su agenda -en general opaca y cerrada- creaban y gestionaban la opinión pública, la verdadera soberanía popular entre elecciones. De pronto, cualquiera podía romper esa espiral del silencio. Tanta emoción la registré en un paper titulado ‘Hacia la ciberdemocracia a través del periodismo ciudadano. (View Highlight)
  • Ahora, cuando se cumplen los mismos años del nacimiento de Twitter/X, se me atasca la nuez al ver a un villano de película como Elon Musk utilizar el ‘periodismo ciudadano’ como ariete contra toda institución democrática, sean gobiernos (malvados reguladores), medios, sindicatos, organizaciones random o directamente cualquier ser humano que le lleve la contraria al archimillonario. Viejos editores como Rupert Murdoch, o Pedro Jota o José Luís Cebrián, si lo prefieren, emergen hoy del pasado como sentidos humanistas en comparación. (View Highlight)
  • Podríamos conformarnos pronto y decir que se le ha dado un cañón a la ciudadanía y, en lugar de usarlo para derribar muros y allanar caminos, lo ha utilizado para dispararse al pie. La masa es lo que tiene. Ya saben, Ortega y todo eso. (View Highlight)
  • También podemos reconocer que fuimos ingenuos al pensar en las plataformas como neutras: por aquél entonces (2007) no veía venir que sus algoritmos iban a dopar sin miramiento alguno contenidos muy minoritarios en la long tail social simple y llanamente porque, al ser polémicos (por outsiders), generarían más reacciones y capturarían más tiempo de vida de sus usuarios (la única y verdadera moneda del capitalismo digital). (View Highlight)
  • Al contrario, creía que la ciudadanía global estaba deseando escribir colectivamente su propia agenda, construir juntos y juntas la opinión pública. Ser soberanos y soberanas también entre elecciones (el 99,9% de sus vidas, digamos). ¿Por qué pensaba algo, visto ahora, tan pueril? Porque podían. O eso pensaba yo. Y por eso mismo creo que ninguna de las dos razones anteriores (estupidez social y capitalismo digital inmoral), siendo comprobable con hechos al menos la segunda, explican por sí solas lo que está pasando. Y lo que puede terminar de ocurrir si no hacemos nada. (View Highlight)
  • Cuando buscamos causas tendemos a analizar hechos, pero es más difícil identificar los vacíos. Aquello que no se hizo. Es normal porque lo que no se hace siempre será infinitamente mayor que lo que sí. A toro pasado, qué fácil es decir tal. Pero en este caso no era tan extravagante ni complejo: se trataba de que aquellos que ostentaban el monopolio de la información ejercieran su segunda misión (informar, formar y entretener). (View Highlight)
  • En esta hora esos mismos medios (vean el especial de El País de ayer domingo, aquí, aquí o aquí) se llevan con razón las manos a la cabeza ante la DANA de bulos, tergiversaciones, opiniones que valen más que hechos, verdades de WhatsApp, teorías de la conspiración de todos los colores y tallas; o directamente se borran de Twitter. No podemos aventurar qué habría pasado si por aquél entonces hubieran decidido completar la triada de su misión como institución social que son, y formar a sus lectores, oyentes y televidentes para ayudarles a pasar de ser meros receptores pasivos a ser usuarios activos y críticos de la información. (View Highlight)
  • Aquél paper que escribí hace 18 años, leído hoy es, ciertamente, risible por cándido e ingenuo en varios puntos. Pero hay uno que sigo defendiendo aunque sea tarde, e iba en el subtítulo: «La formación, el paso perdido por los medios tradicionales y la oportunidad de los nuevos medios». Ante la pasividad de los medios tradicionales, confié (fabulé, igual) tan grave tarea a los ‘nuevos medios’ (léase periódicos ciudadanos, blogs, comunidades en redes, etc.). (View Highlight)
  • Es obvio que sucumbieron aplastados entre el giro de los algoritmos de las plataformas, toda vez estas alcanzaron su masa crítica de negocio (o monopolio en casi todos los casos); y el inmovilismo de los medios tradicionales. (View Highlight)
  • Hoy las primeras son el cañón que la ultraderecha y los ultraliberales disparan en pos de su fin, «(…) una neomonarquía ultracapitalista e hipertecnológica«; y los segundos, el paño de lágrimas de las instituciones democráticas, aunque eso no parece impedirles hacer clickbait o estirar su línea editorial hasta el paroxismo en no pocos casos. (View Highlight)
  • Pero se conoce que no fue el caso de las personas correctas, o si lo hicieron, prefirieron, es sólo una hipótesis, beber a morro del chorro de tráfico que ofrecían esas plataformas. Pienso en editores, pero también en periodistas, sí. Hoy esas redes fungen como patio de armas de los ejércitos conspiracionistas, negacionistas, misóginos; en fin, aquellos guerreros del anti todo lo que no sea lo que a ellos les parezca bien. (View Highlight)
  • ¿Acabará la interminable ola de la desinformación con la democracia? No lo sé. ¿Acabaría un analfabeto con la literatura universal si se la pones delante en forma de montaña de libros y le das un barril de gasolina y una cerilla y le dices que todo lo malo que le pasa emana de esos miles de tomos? (View Highlight)
  • El legislador tiene aquí mucho que trabajar y mojarse, empezando por la educación, pero no sólo. La realidad ha aprendido a hablar, le ha enseñado una IA, y le dice al diputado: tienes que volver a ser tú. Le dice: regula, porque no puedes proteger a las personas sin hacerlo. (View Highlight)
  • Parece también un buen momento para que los medios exploren más allá de señalar a los malos (alimentando y confirmando así el discurso de estos) y, por qué no, apuesten por convertir a sus audiencias en usuarios (y no sólo clientes) críticos y capaces de gestionar la información en su propio beneficio, que, siendo animales sociales, es el colectivo. Si fuera necesaria, parece sensata la financiación pública en proyectos o pilotos en este sentido, ¿qué mejor finalidad que intentar salvar la democracia y las libertades? ¿Es acaso posible si el sujeto del plan no es el ciudadano? (View Highlight)